viernes, 17 de agosto de 2012


El gobierno de Castilla-La Mancha permite la caza del jabalí a caballo y con lanza

  • Tras aprobar la modificación del Reglamento autonómico de Caza
  • La caza con lanceo se podrá practicar en los cotos que lo soliciten
  • Además, deberán contar con otras circunstancias, como terrenos llanos
El Consejo de Gobierno de Castilla-La Mancha ha aprobado el viernes la modificación del Reglamento autonómico de Caza que permitirá, entre otros asuntos, la caza en la región del jabalí a caballo y con lanza.
La consejera de Agricultura, María Luisa Soriano, que ha dado el viernes cuenta de este acuerdo en la rueda de prensa posterior a la celebración de la reunión del Consejo, ha aseverado que la modificación del reglamento responde a las peticiones del sector cinegético.
La consejera ha explicado que la caza con lanceo de jabalí se podrá practicar en aquellos cotos de la región que lo soliciten, si bien ha dicho que son necesarias unas circunstancias determinadas como una escasa vegetación arbórea y terrenos llanos.
A preguntas de los periodistas, la consejera ha rechazado las quejas de los grupos ecologistas sobre que puede ser una práctica cruel y ha asegurado que "no hay argumento técnico ni científico que sostenga esas afirmaciones".
Además, ha señalado que este tipo de caza se practica en otras comunidades autónomas y es un recurso generador de riqueza y de empleo.
Soriano ha indicado que la modificación del Reglamento de Caza de Castilla-La Mancha "plantea numerosas y nuevas modificaciones que permitirán que la caza no sea solamente una actividad de ocio sino también un recurso generador de empleo compatible con la conservación del medio ambiente y la diversidad biológica".
"Es un magnífico reglamento que tiene muchísimas aportaciones", ha resaltado la consejera, quien ha indicado que permitirá agilizar todos los expedientes.

jueves, 16 de agosto de 2012


Esperas al jabalí: magia nocturna

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En estas fechas, y por descontado, las mágicas noches de espera que brinda julio para apostarse, son un espléndido aliciente para disfrutar de la caza en este mes. Además, les ofrecemos los mejores consejos para una espera fructífera.
esperas
Jabalí al atardecer.
Evidentemente, cualquier espera tiene su encanto especial, pero no hay parangón posible con los lances que se viven durante este mes, tanto como si nos colocamos a la vera de un trigo mocho que apostados en un cebadero o una baña. Además, en julio no son sólo las noches sino también los atardeceres momentos magníficos para disfrutar de un lance imprevisto, y es que el llamado lubricán es una hora mágica en la que la naturaleza estalla de vida en todos sus ámbitos, tanto es así que en innumerables ocasiones es harto frecuente disfrutar de la presencia del jabalí sin que tan siquiera el astro haya traspuesto el horizonte. A estas alturas del verano estos animales desde que sale el sol hasta que se pone permanecen muchas horas encamados y es lógico que nada más que empieza a declinar la tarde raudos abandonan la espesura en busca de un charco donde aplacar su sed y escapar de la horda de insectos que les machacan a picaduras, obligados como se ven a permanecer muchas horas inmóviles soportando su cuerpo el implacable calor.
Conocedores los cochinos de que las horas de solanera por estas fechas son eternas, es obvio que estos animales abandonen los encames antes de que el sol se oculte, circunstancia que podemos aprovechar para solapar una espera al corzo y al jabalí, eso sí, siempre y cuando cuenten con el correspondiente precinto corzo y la oportuna autorización de Medio Ambiente para realizar una espera. En estos casos lo único que debemos procurar es llegar con suficiente antelación a la postura que habremos colocado en un lugar estratégico en el que ambas especies suelan carear por allí. Y si quieren un consejo, les diré que el agua, los trigos mochos y las pipas, son lugares pintiparados para disfrutar con uno de estos atardeceres en los que hay que dar gracias por ser cazador. Y esperar a que haya suerte. 

20 claves de las esperas cochineras estivales

  1. En cualquier zona o finca destinada a practicar aguardos se necesita realizar un estudio de población previo a la preparación de las esperas en ellas.
  2. Para preparar los aguardos cochineros es necesario estudiar sobre el terreno la ubicación de los puestos, con una preparación y ejecución metódica y bien planificada.
  3. Los manantiales, fuentes, charcas y ríos ubicados en la zona condicionan la vida diaria del jabalí y la preparación de las esperas.
  4. El exceso de población de otras especies cinegéticas en la zona o finca a cazar, al igual que la cabaña ganadera, condiciona negativamente el resultado de las esperas jabalineras.
  5. El mantenimiento de los cebaderos se realizará a diario y no se obtendrá resultado si no es continuo y constante su mantenimiento. Los cebos deben ser productos del cultivo común en la zona.
  6. De cómo entremos a colocarnos para realizar la espera dependerá, con posterioridad, el desarrollo de la misma.
  7. La atención y el silencio constantes durante la espera son normas de obligado cumplimiento para poder culminarla con éxito.
  8. La situación en la que nos coloquemos durante la entrada del jabalí determinará nuestro lance sobre él.
  9. Será la experiencia durante la espera la que nos dictará el momento de su terminación.
  10. Será el silencio la pauta a seguir después de cada una de los aguardos cochineros realizados.
  11. Dedicar unas horas a la mañana siguiente, temprano, después de haber realizado la espera, a leer los rastros sobre el terreno nos ilustra mucho sobre el hábitat.
  12. El conocimiento y estudio de la rutina y costumbres del cochino resultan imprescindibles y determinantes a la hora de replantearse nuevas estrategias para conseguir su caza.
  13. El cambio de ubicación del puesto de espera no está justificado si no es después de la comprobación del riesgo de ser venteados y vistos por el jabalí.
  14. La atención de nuestro oído, tras el disparo, nos ayudará a memorizar una secuencia de hechos que, después, sumada a otros datos, nos facilitará el cobro de nuestra pieza.
  15. Al pistear, debemos prestar la máxima atención a los más mínimos detalles, no abandonando la búsqueda y perseverando en nuestra intención de lograr su cobro, incluso después de varios días.
  16. El jabalí, como otros muchos animales, tiene un tiempo para su aseo y limpieza, y es precisamente en los lugares destinados a tal fin (bañas naturales o artificiales) donde se muestra más confiado.
  17. El restregadero o frotadero indica, con sus signos y muestras, cómo es y las horas en las que, aproximadamente, suele acudir nuestro jabalí a él. Si observamos con atención la altura donde deja las marcas de barro nos haremos una idea de la alzada del propietario. También le regalará algunas colmilladas de vez en cuando al estático tronco, a modo de marca o de escritura de propiedad.
  18. La indumentaria o vestimenta debe ayudarnos a enmascararnos o camuflarnos sobre el terreno o zona de nuestro puesto.
  19. Si el terreno nos brinda un asiento en nuestro puesto, mejor que mejor, pues de lo contrario tendremos que llevar uno cómodo, ligero y, lo más importante, que no emita ruido alguno.
  20. En las esperas dentro de grandes masas forestales o monte el jabalí se mueve antes, incluso entra de día. Durante el transcurso de la espera hemos de tener constantemente.

Trucos para las esperas

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Cuando dejamos atrás la caza del corzo en celo en esos días que van entre julio y agosto, avanza ya un mes en el que los aguardos al jabalí se convierten en la joya venatoria del periodo estival.
Y no crean que sea escaso menú, pues para muchos la belleza con que la luz de plata adorna las noches agosteñas es suficiente atractivo venatorio. Aunque sería oportuno matizar que, por estas fechas, y aún contando con que tanto la luna como la climatología durante este mes resulta un atractivo añadido para el aficionado a las esperas, las posibilidades de jugar un lance con un cinqueño durante la época canicular pueden que resulten más difícil de lo normal. La razón fundamental es que tanto la vertiginosa transformación del hábitat como lo impredecible que resulta interpretar el careo de un macareno en verano debido a la abundancia de comida que hay en el campo. 

Cierto es que una espera se puede malograr en cualquier instante por mil vicisitudes diferentes, pero llegadas estas fechas del año aún más. Las noches agosteñas, sin duda, envueltas de encanto para los humanos, no lo son tanto para la caza mayor, mayormente, por la transformación tan rotunda que ha experimentado el agro en escaso margen de tiempo. En un abrir y cerrar de ojos aquellas inmensas tierras cerealistas que durante meses sirvieron de cobijo y fuente de alimento a los venados, corzos y jabalíes, de repente se han quedado desnudas, una alteración vertiginosa del medio que incide directamente en el comportamiento de estos ungulados. Por eso, no es de extrañar que a estas especies durante un tiempo les cueste acomodar sus sentidos a la nueva situación, en concreto el jabalí, aún más a los machos adultos, su instinto les lleva a tomar todo tipo de precauciones por unos parajes que les resultan desconocidos.
UN BUEN APOSTADERO
Aparte del natural recelo que al jabalí le produce la brusca trasformación del que fue hace poco tiempo su hábitat habitual, también juega en contra del esperista la facilidad para encontrar sustento estos animales: una vez acabada la recolección del cereal es evidente que queda mucho grano en las tierras, las patatas se empiezan a recoger y, sobre todo, los cultivos de girasol y maíz ya han granado, y no son sólo una fuente de alimento importante, sino que además estas forrajeras les proporcionan también refugio. En consecuencia, los cebaderos tan efectivos durante muchos meses del año para preparar el aguardo ahora ya no lo son tanto, por consiguiente, si queremos optimizar nuestras posibilidades de éxito no nos que más remedio que buscarles las vueltas de forma diferente. Afortunadamente, contamos con la posibilidad de plantear la espera en alguna baña o revolcadero de los utilizados por esta especie para desparasitarse. Sin duda, la mejor opción para el esperista a la hora de plantearse un aguardo durante este mes, salvo que en estas presumibles posturas se encuentren muy trajinadas por un uso exagerado de las mismas, en este caso aunque las piaras sigan entrando a bañarse. Otra cosa es contar con la presencia de ese animal que ya ha cumplido los cuatro o cinco años. En estos casos, y para salir de dudas, lo mejor es previamente analizar las huellas, operación bastante sencilla si tenemos en cuenta que en el barro es bastante fácil descubrir los presumibles actores que han visitado la charca.
CEBAS Y CEBADEROS
Dando por sentado que la posibilidad más atractiva para colocarnos de espera en este mes es elegir un bañal sobado, también puede darse la circunstancia, de hecho es harto frecuente en nuestra reseca piel de toro, que instalados en plena canícula no exista ningún humedal ni charca con algo de agua en el coto, y claro, como el uso de  productos químicos atrayentes está prohibido en la vigente legislación de caza (reglamentación que no entiendo ni comparto), no nos queda otra alternativa que buscar alguna siembra en la que los daños sean evidentes, eso sí, tras la oportuna solicitud y posterior autorización de Medio Ambiente. Localizado algún cultivo de maíz o girasol en los que la presencia de los suidos sea evidente es determinante, tanto por las posibilidades que existen de culminar con éxito el anhelado lance, como por la delicia que supone para cualquier amante de la naturaleza ver o escuchar a estos animales tronchar las mazorcas o las tortas arropados por la luna en el inmenso silencio de la noche. Lo peor del caso, para aquel aficionado que lo que menos le interesa es hacer carne, es que en estas situaciones abatir un buen marrano tampoco es nada fácil a no ser por un golpe de suerte.
A buen seguro que los astutos macarenos también participan de estos festines. A veces las huellas lo ponen bien de manifiesto, ocurre que un animal de este porte entrará muy tarde tras haber tomado el aire durante varias horas y desde distintos puntos antes de decidirse a entrar. Incluso puede darse el caso de algún animal resabiado que, si en alguno de estos cultivos encuentra aparte de la comida tranquilidad, éste es capaz de permanecer en el interior de estos cultivos encamado bastante tiempo mientras nadie turbe su paz.
OTROS SIGNOS EVIDENTES
Aparte de las fuentes de alimentación ya mencionadas y su predilección por las bañas, existen otras marcas en el campo que, a simple vista, y para aquellos que no estén muy versados en estas lides puede que no supongan ninguna pista llamativa, sobre todo tratándose de una época año en la que la sequedad y dureza del terreno hace muy difícil descubrir huellas. Concretamente nos referimos a esas piedras removidas de su lecho sin ninguna razón aparente en medio del monte, cuando sean testigos de tal hecho no duden de que éstas han sido movidas por los jabalíes, se trata de una práctica habitual de los suidos para procurarse un alimento proteico de gran valor nutritivo y con relativo poco esfuerzo. Tal comportamiento coincide, mayormente, en plena época canicular, y aunque suelen ser las cochinas las que utilizan tal técnica, se debe a la gran cantidad de invertebrados, ratoncillos e incluso diferentes tipos de reptiles debajo de las piedras. Aunque tampoco es nada extraño que algún macho se sirva de su maña para aprovechar un recurso alimentario fácil de encontrar y de gran aporte nutritivo. Así que ya saben cuando observen este suceso no les quepa la menor duda de que por el contorno hay cochinos, y lo que es más importante, posiblemente nos encontremos bastante cerca de su zona de encames.
LA MEJOR OPCIÓN 
Vistas las distintas opciones a las que hemos hecho mención para plantear una espera, la atracción que les produce el baño, mejor diríamos el barro como antiparasitario frente al despiadado ataque de incómodos invertebrados (pulgas, garrapatas, etc.), sin ningún tipo de duda, estos enclaves durante la época estival sean la mejor opción que cabe para jugar el lance. La única dificultad reside en dar con los revolcaderos naturales, ya que por lo general suelen ser lugares muy resguardados, puntos concretos en los que sepamos que existen tierras blancas de greda o bien arcillas rojas muy viscosas, que son las que poseen esas cualidades protectoras para proteger su piel. En el caso de que no conociéramos con anterioridad algún emplazamiento de este tipo, lo mejor es patear el monten en busca de huellas recientes de barro, bien entre los arbustos o en los troncos de los árboles, signos inconfundibles de que algún jabalí se ha restregado en ellos. Por consiguiente, una vez descubiertos esos rastros de barro, habrá que seguir las huellas que nos lleven al anhelado humedal. Pero, además del barro con el que impregnan los troncos cuando se restriegan en ellos, también utilizan éstos para afilar sus navajas, un detalle que nos será de gran utilidad para valorar el tamaño y edad del inquilino que campea por ese territorio.
CUANDO VUELVEN A LOS ENCAMES
Otra opción que suele dar buen resultado con los machos resabiados es invertir la costumbre y en vez de preparar la espera tradicional, vamos a buscarle las vueltas al cochino y esta vez llegaremos de madrugada para colocarnos en alguna trocha sobada que sepamos le lleva de regreso a su encame. Esta es otra opción de escaso arraigo entre los esperistas, pero que suele dar buenos frutos, el mayor inconveniente es que hay que conocer muy bien el monte y el careo habitual del cochino para elegir el lugar adecuado. En estas ocasiones es de gran utilidad el empleo de algunas cámaras de las llamadas de trampeo, la Trophy Cam, de flash ciego, da un excelente resultado para controlar a los animales y saber la hora en que realizan los desplazamientos. Nuevos artilugios al servicio del cazador, tanto este modelo como otros parecidos, que prestan un gran servicio no sólo al esperista sino también para el control y gestión de cualquier aprovechamiento cinegético
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