domingo, 20 de noviembre de 2011

EL LOBO DESATA LA POLÉMICA EN PANONDRES


El lobo desata la polémica en Panondres

La convivencia entre ganaderos y lobos no es fácil. Ordenar su existencia en espacios compartidos, controlar el número de cánidos o cuantificar las indemnizaciones que palíen las pérdidas de las cabañas suscitan controvertidos debates entre administraciones, ecologistas y profesionales del campo.
20/11/2011 | El Comercio Digital | ISABEL GÓMEZ

Sobre todo, cuando los daños se registran en fincas cercanas a zonas pobladas y causan bajas en el vacuno de leche, como sucede desde hace varios meses en el entorno de la sierra de Panondres, que limita los concejos de Navia, Valdés y Villayón. 
Entre mayo y octubre, se han perdido once novillas y otras tantas ovejas, a las que suman otras dos vacas y ocho ovejas muertas esta semana en el concejo de Boal. Pero la preocupación de los afectados de núcleos como Oneta, en Villayón, no se debe solo a la pérdida de los animales, sino a lo inusual de los ataques: «Los lobos siempre estuvieron en la sierra, pero nunca bajaron a las fincas, que están entre las casas. Además, matan por matar, porque no comen las reses», relatan. 

Esta situación, aseguran, se debe al descontrol de la población de cánidos. En el eje Palo-Esva, en el que se incluye la sierra de Panondres, dicen que existe una veintena de lobos que, en lo que va de año, han causado 600 bajas que no se cubren con las indemnizaciones: «Los daños se pagan tarde y mal y nunca se compensan las pérdidas, porque no se tiene en cuenta el lucro cesante», afirma la secretaria general de la organización agraria Coag, Mercedes Cruzado, quien sostiene que «se dejó crecer la población de forma descontrolada». 

Sin embargo, no todos los ganaderos de la zona comparten esta impresión: «Es una barbaridad decir que hay 20 lobos. En Panondres habrá una pareja, tres a lo sumo. El pasado invierno había cinco, pero se mataron tres cachorros», relata Francisco Rodríguez, que cría ganado en la sierra. Además, asegura que «un lobo no se ve cerca de las casas. Hay que amanecer en el monte para verlo». 

Por su parte, Liborio Blanco, criador de asturcones, admite que no es habitual que los cánidos se adentren en zonas bajas, pero «hace tiempo, incluso bajaban al matadero de Navia», anota. Además, recalca que «hace cuatro años había muchos más lobos y no mataron ni una novilla».

Pérdidas
De hecho, Blanco cree que ganaderos y lobos pueden convivir si continúan los controles del Principado, que este año autorizó abatir 12 ejemplares en el eje Palo-Esva. Y eso, a pesar de las pérdidas que asume: «Se pierde más dinero de lo que te dan, sobre todo, con las yeguas asturconas, porque dejas de cobrar durante su vida y por las crías». En esta línea, otra criadora de ganado caballar recalca que «no nos hacemos millonarios a costa del lobo. Además, las horas en el monte buscando un animal muerto no se pagan». 

Con todo, argumentan que el lobo «siempre ha estado ahí» y temen que incluirlo en el catálogo de especies cinegéticas puede poner en riesgo las ayudas e, incluso, la existencia de la especie: «Entre controlar el lobo y permitir su caza hay un término medio. Si lo cazan, lo exterminan y si perdemos ayudas, acabaríamos por cerrar», anota Blanco. 

Frente a esto, los profesionales que apuestan por intensificar los controles ven con buenos ojos que se autorice la caza del lobo: «Nadie pide que lo exterminen. Solo queremos que baje el número de lobos y los saquen de las fincas, que no maten las novillas», subraya un ganadero de Villayón. 

Por lo pronto, la Guardería ha abatido este mes dos ejemplares, aunque los ganaderos temen un repunte de los ataques en invierno. A este respecto, Fructuoso Pontigo, portavoz de la Coordinadora Ecologista, apunta que tanto los daños como el número de lobos «se han estabilizado» y advierte de la posible existencia de ejemplares errantes y «perros asilvestrados» que sí pueden atacar de forma indiscriminada.

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