2012: ¿mal año para la mayor?
18/01/2012 - 09:06.
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Aunque en clave cinegética, parece que 2012 será otro magnifico año para la mayor, esta vez el peligro para la caza y desarrollo de esta actividad bebe en otras fuentes bien distintas.
En concreto, la situación socioeconómica se está dejando notar, y de qué forma, en un sector como es el nuestro, tan importante y al mismo tiempo escasamente preparado para hacer frente a una situación de crisis como la que estamos atravesando.
Cuando parecía que este año se iban a difuminar los nubarrones económicos, de momento la situación, en el mejor de los casos, se ralentiza, eso es al menos lo que dicen los gurús de la economía. En casa, a Rosell, presidente de la CEOE, le hemos oído decir que “2012 va a ser malo, terriblemente difícil, incluso peor que el pasado”, que traducido al idioma de la cazasignifica que podremos salir menos, por mucho que estén cayendo los precios, aparte del retroceso cinegético debido a la escasez de inversiones dedicadas a las mejoras de la cabaña y el hábitat.
Es asombroso como en un espacio de tiempo tan corto (sólo hace falta echar la vista atrás tres años, que es bien poco, y comprobarán el bajón que han experimentado los precios de los puestos de monterías y recechos). Monteríasque rondaban los mil euros hoy están a menos de la mitad, y todas aquellas que costaban 300, que eran la mayoría, han bajado a 180, o 150 euros. Y lo mismo podemos decir de losrecechos, los precios en berrea, la ronca o la caza de alta montaña, tras rebecos y machos monteses, hace muchos, muchos años, que no habían estado tan baratos; esto en cuanto a las especies autóctonas, que con las alóctonas: arruí y muflón, también está ocurriendo lo mismo.
Bueno y qué, dirá más de uno, si yo particularmente me beneficio de esta situación. Desde luego bajo un prisma simplista aquellos que opinan de esta forma puede que tengan razón, pero si miramos más lejos el problema es mucho más profundo que un simple reajuste de precios. De momento, la inversión en mejoras del hábitat, reformas cinegéticas y guardería, en el mejor de los casos se ha ralentizado, por no decir que se han paralizado por completo; en consecuencia, a medio y largo plazo, la cabaña de caza mayor sufrirá un acusado descenso en cuanto a cantidad y calidad de las reses. Semejante podríamos decir acerca de otros sectores productivos relacionados con la caza, sobre todo la de aquellos que tienen su implantación en el medio rural. El descenso en el número de puestos de muchas monterías significa un grave contrapié para muchas zonas rurales en las que la caza de hecho era una actividad económica muy importante para la creación de empleo y generación de rentas, a través de la extracción de un recurso natural compatible con la agricultura, la ganadería y la selvicultura..
Llegaron las rebajas cinegéticas
Evidentemente que los precios en estos últimos años hayan experimentado un descenso notable no es una mala noticia en sí misma, es más, hasta cierto punto es lícito reconocer que el mercado estaba por las nubes, sobre todo para las economías medias y modestas y no digamos nada para los jóvenes. Por tanto, una corrección a la baja no venía nada mal, lo peor de todo es que de un ajuste técnico en los precios hemos pasado a un desplome que muchos organizadores no pueden asumir. Y lo peor de todo es que si la gente está dejando de asistir a las monterías no es porque no haya ofertas tentadoras, sencillamente es porque no hay dinero ni alegría para gastarlo. La situación real es tan preocupante que ahora mismo estamos viendo como bastantes predios y fincas se quedan libres y más de una montería no se puede celebrar. Y es que si nos ponemos en la piel de uno de los cinco millones de parados que hay en este país, o en la de esos otros que no saben con certeza si pronto entrarán a engrosar esa maldita lista, o en aquél que hace unos años tenía una empresa boyante y ahora se las ve y se las desea para pagar a los empleados y ni él mismo sabe si podrá salir adelante, cómo van a sustraer un dinero de su maltrecha economía para satisfacer su afición, aunque para muchos salir al campo a cazar representa una necesidad vital, cuando antes es preciso atender a otras necesidades perentorias.
Está claro que de una manera aséptica, al recechista o al montero que hoy pueda permitirse el lujo de cazar, este recorte de precios le está viniendo de perlas, sin embargo, a todos los demás implicados de forma directa en la actividad venatoria como pueden ser orgánicos, guardas, rehaleros y demás personal auxiliar que interviene en una montería y lo mismo vale para los recechos, los efectos de esta crisis ya están empezando a pasar factura. Si miramos al vértice de la pirámide, las sociedades de caza y orgánicos lo están pasando bastante mal, en estos momentos hay muchas manchas en las que no hay forma de vender los puestos, aunque les avalen la seriedad y el buen hacer de muchos años, y en las que se celebran se quedan más de la mitad de los puestos sin vender. Y no será por la cantidad de facilidades que ahora mismo se ofrecen, pues aparte de las importantísimas reducciones en el precio de las acciones, se ofertan un sinfín de regalías que jamás antes se habían hablado de ellas, tan solo con el único afán de intentar cubrir gastos antes que tener que anular la montería. Y bien que lamentamos ser tan realistas, pero la verdad es que ahora mismo gestionar una finca o cualquier terreno de caza mayor es un negocio ruinoso, sólo hay que ver cómo muchas fincas de solera, al igual que ocurre en manchas abiertas, se están quedando libres porque son imposibles de rentabilizar. Y si los empresarios cinegéticos abandonan el barco, tengan a buen seguro que la caza se resentirá, y no es porque no se vaya a seguir monteando que se seguirá, es porque en esto de la caza el problema ha sido siempre el de los arribistas, esos cachicanes de la caza que solo buscan lucrarse en las épocas de vacas flacas sin importarles para nada la seriedad y la gestión del medio, y ahora vemos como empiezan a emerger.
La situación de las rehalas
Con las rehalas ocurre algo parecido, en estas últimas temporadas los programas son raquíticos y a la hora de cobrar poco y mal, a la mayoría de éstas se les está pagando en especie, es decir, puestos en vez de dinero, de tal forma que muchos perreros serios se las ven y se las desean para poder colocarlos debido a la competencia desleal que ejercen otros, a los cuales no les importa las condiciones que les ofrezcan, porque con los chuchos que salen a cazar hace un par de temporadas nadie les hubiera llamado para salir a montear.
(Texto: José Luis Torío. Fotos: Jesús del Barrio y M.A. Romero).
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