domingo, 1 de enero de 2012

¿ES MI CARTUCHO DE CAZA MAYOR LO BASTANTE POTENTE O EXCESIVO?


¿Es mi cartucho de caza mayor lo bastante potente o excesivo?

Versión para impresiónVersión para impresiónEnviar a un amigoEnviar a un amigoResponder a esta pregunta no es sencillo por la enorme diversidad que existe en el mercado. Hay muchos factores que intervienen en la elección de un cartucho, como la especie, la distancia de disparo, paso de estría del cañón, y hasta las modas.
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Jabalí, venado y munición de caza mayor.
Entre un .30-30, .30-06, .300 Win. Mag, .300 Weatherby, .300 Short Magnum, .300 Holland & Holland, .300 Remington Ultra Mag, .30 R Blaser, etc, son tantos que uno no sabe por cual decantarse. Antes de entrar en materia, teniendo en cuenta que el tema es bastante complicado, quiero aclarar algunos puntos que creo son fundamentales para entender lo que viene a continuación.                                         
Cuando hablamos de cartuchería metálica solemos emplear de forma incorrecta la palabra “calibre” en vez de la de “cartucho” (ejemplo: Calibre .30-06), pero en realidad  “calibre” no se refiere al cartucho sino al diámetro interior, medido a fondo de estrías, del cañón del arma, o sea, que un cartucho del .30-06 será del calibre .30 (que significa 0,30 pulgadas), correspondiendo en este caso muy particular los otros dos números siguientes ,“06”, al año de lanzamiento de este popular cartucho.                                         
En la introducción del artículo cité a propósito un montón de cartuchos, pues bien todos son del calibre .30 pero no tienen nada que ver unos con otros salvo que el diámetro de su proyectil es el mismo. El viejo .30-30, que fue el primer cartucho metálico en usar pólvora sin humo (la actual) allá por el año 1875, es muy poco potente y de ninguna manera puede compararse con el superpotente .300 Remington Ultra Mag. aunque tengan en común el mismo proyectil o, mejor dicho, uno del mismo diámetro. El diámetro del agujero de entrada que harán todos éstos del calibre .30 en la pieza de caza será el mismo pero, a partir de allí la balística interior, es decir, los daños internos dependerán de las características del cartucho (tamaño, forma de la vaina, tipo y cantidad de pólvora), al igual que el alcance y la trayectoria.
Lo que está claro es que un proyectil de mayor diámetro hará “teóricamente” más daño o tendrá mayor poder de parada que uno más fino, pero éste último al tener una mejor aerodinámica, volará más lejos y más rápidamente y por ende, si aplicamos la fórmula “energía igual a masa por velocidad al cuadrado”, tendrá supuestamente más energía. El caso es que una cosa es la balística sobre papel, o sea la que traen las tablas de los fabricantes que muchos se aprenden de memoria como si fuera la Biblia, y otra la terminal que es, como veremos, la que realmente cuenta. Aclarado esto veamos lo que más nos conviene y para qué.

Un antes y un después, todo cambia

En 1946, al terminar la II Guerra Mundial, mi padre se marchó a África (al Congo) a perforar pozos de agua potable y se llevó un Mauser del 9,3x62, que era lo más usual entre colonos de aquellos tiempos, pudiéndose encontrar munición en cualquier colmado indígena. Este rifle le sirvió para todo, hacer carne para los trabajadores, cazar antílopes, un par de búfalos y hasta para acabar con un elefante cabreado que estaba devastando una plantación. A principios de los 60 nos vinimos a España y empecé a montear con mi padre que me regaló aquel rifle. A menudo me decían: ¿Dónde vas con este cañón, que esto es para elefantes? En aquellos tiempos, creo que solamente Miguel Escobedo, que fue un gran articulista y conocedor de las armas y yo monteábamos con un 9,3x62. Ahora, cincuenta años después, el 9,3x62 es de lo más común en España y son muchos los fabricantes que ofrecen rifles, incluso semiautomáticos, para este magnífico cartucho, que cumple en montería como pocos. Lo curioso es que ahora entre aficionados y fans de las tablas balísticas se oyen muchos comentarios que lo tachan de lento y de tener poco alcance. Lo que no cuentan las tablas es que con un .300 W. Mag. (mucho más rápido y en consecuencia más potente) con bala dura, acorta distancia, puedes hacer un “sedal” y se te va pinchado el guarro, mientras que con un 9,3 lo vuelcas radicalmente.
De todas maneras, en balística nada es evidente y son muchos los factores que intervienen, además de la elección del cartucho, tales como son el paso de estría de arma, la longitud del cañón y por supuesto el tipo de bala, sin contar que cada animal y cada lance nunca son iguales, ni se repiten. Actualmente lo que impone en todo es la potencia y parece ser una necesidad hacer alarde de ello. Antes un deportivo tenía como mucho 80 CV y alcanzaba los 200 Km/hora, ahora un simple coche de calle si no tiene 200 CV no sirve y eso para no poder pasar de ¡120! Moraleja, en la mayoría de los casos vamos pasados de potencia y estamos matando moscas a cañonazos.
Durante mis últimas monterías (ya voy poco) he visto varios .375 H&H, 8x68S, .300 Weatherby Mag, .300 Remington Ultra Mag e incluso alguno .458 Win. y .470 N.E. , la verdad es que con ellos lo que tocas lo cobras (si es que queda algo). Algunos de estos son tan rápidos e híper veloces que no hay ya que correr la mano, otros llegan tan lejos que puedes tranquilamente cortarle la res, no a tu vecino de puesto sino al de dos o tres puestos más allá. El problema de estos monstruos es que hay que saberlos dominar.
Como todo hay que decirlo, los fabricantes se benefician también de nuestra “magnum manía”. Primero nos venden cartuchos que al ser más exclusivos y más potentes son más caros y luego al estar estos cartuchos sobrados para montear diseñan armas con cañones más cortitos (51 cm) que merman las prestaciones originales del cartucho de tal manera que igualan las de uno de menor potencia con un cañón más largo (60 cm. o más) . Por ejemplo, un rifle semiautomático con un cañón de 51 cm. en calibre .300 W. mag., por quemar parte de la pólvora fuera pierde prestaciones, pero además se convierte en un auténtico lanzallamas. Claro está que estos rifles responden a la demanda actual, es decir, que al ser más cortos son más manejables y sobre todo mucho más ligeros. Lo peor es que, al pesar poco, para compensar el efecto acción-reacción, que es el que nos castiga con la “gran bofetada”, nos colocan a menudo un molesto pero necesario freno de boca.

Los últimos inventos

Todo no es sin embargo negativo, también hay desarrollos actuales en cartuchería que son muy interesantes tales como los “Short Magnum”, estos cartuchitos cortos y regordetes que nos permiten obtener mayores prestaciones con rifles más ligeros y sobre todo más cortos. ¿Cómo es posible? Muy sencillo, empleando pólvoras nuevas que queman más lentamente y aumentando el diámetro de la vaina (ahora más corta) de tal manera que el quemado de la pólvora se haga más uniformemente sobre una superficie mayor. El resultado es menor retroceso, mayor velocidad, trayectoria más tensa, etc. Un ejemplo de ello es el pequeño .270 WSM que supera ligeramente en prestaciones las de un 7 mm. Rem. Mag. e iguala casi la de un .300 Win. Mag., todo ello con un rifle más ligero, más cortito y con un retroceso muy suave. Otro invento son las puntas de plástico que mejoran la aerodinámica de los proyectiles proporcionado mayor velocidad y alcance. Esto último, es decir, puntas blandas de polímero, aplicado recientemente por la casa Hornady a los cartuchos de los rifles de palanca (.30-30, .44 mag, .444, .45-70, etc.) que al estar almacenado uno tras otro tenían antes que tener las puntas chatas, les duplica prácticamente sus prestaciones. Estos ya no son ladrillos voladores que matan de cerca por “aplastamiento”, como decía un amigo mío hablando de mi .444, sino unos auténticos depredadores.
Otro ejemplo, bastante asombroso, es el pequeño o diría mejor enanito .17 HRM que es de fuego anular igual que el .22 Lr. pero del calibre 4,5 mm. (igual que el de una carabina de aire) y que vuela a cerca de 1.000 m/s siendo capaz , a 300 metros, de abatir limpiamente un zorro con su minúscula bala “V Max” de ¡17 grains! (1,10 gramos) de peso. Los últimos avances en tipo y granulación de la pólvora nos brindan también nuevos horizontes en cuanto a poder conseguir más y mejores prestaciones sin tener que lidiar con monstruos.
(Texto y fotos: Jean Pierre Bourguignon).

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