Perros de rehala: sanos dentro y fuera de nuestras monterías

En este momento en que las caracolas empiezan a resonar por las fincas de caza, y en la que los perros ansían la suelta para poder entregarse a su pasión, la caza, no está de más que nos acordemos de estos auxiliares imprescindibles de la montería.
Sin lugar a dudas, el mundo de los perros de rehala dista mucho de la vida que comparten la gran mayoría de los animales de compañía que tenemos en nuestros hogares; incluso existen enormes diferencias con los perros dedicados a la caza menor, pues estos en muchos casos son, a la vez que auxiliares en la práctica cinegética, también auténticos perros de compañía. Es indiscutible que las atenciones que pueden prestarse a uno o dos perros que viven en casa, no son comparables con los cuidados de una colectividad de un mínimo de 30 ó 35 ejemplares de una rehala, llegando en ocasiones incluso a pasar de la centena. En cualquier caso, esto no debería ser argumento para mantenerlos en condiciones deficientes, me atrevería a decir que casi de pura supervivencia, como sucede en algunas ocasiones.
Los perreros de verdad dedican gran parte de su tiempo libre al cuidado de los animales los 365 días del año, no sólo durante las jornadas de caza; pues disponer de una persona a sueldo que cuide, limpie y alimente a los perros es un lujo que muy pocos pueden permitirse. Realizar una buena cría y selección de ejemplares es una tarea que precisa de tiempo y de conocimiento de los animales; los perros jóvenes deben campearse un periodo suficiente, antes de poder juzgar su valía en la caza; el aprendizaje de los animales, hasta ser excelentes perros de rehala, se produce con el paso de varias temporadas de caza, las prisas no conducen a nada. El esfuerzo para disponer de las mejores instalaciones posibles, la comida más adecuada y los cuidados sanitarios mínimos, obliga a grandes dotes de imaginación pero, con buena voluntad, casi todo puede hacerse. La atención que reciben los perros depende muchas veces más del interés e incluso por qué no, del cariño que le ponga el propietario, que de los medios económicos.
El celo puede ser inhibido regularmente con la inyección de medicamentos indicados para ello, pero también tenemos una mejor solución como es la cirugía, esterilizando todas las perras salvo aquellas con las que deseemos criar. Planeándolo con antelación, existen campañas de esterilización con precios reducidos e incluso negociando con nuestro veterinario la intervención conjunta de un cierto número de hembras, el coste podrá ser más que interesante. En cualquier caso la cría debería ser estudiada minuciosamente, no permitiendo cruces aleatorios sino sólo de aquellos ejemplares que por sus características físicas o aptitudes cinegéticas nos interesen. Tener en nuestra rehala un gran número de cachorros de procedencia desconocida dice poco de nuestro cuidado y no permite realizar una buena selección de los ejemplares para la caza, además del desgaste que las múltiples camadas representan para una perra. El ideal es tener muy pocas camadas, pero atendidas de la mejor forma posible, que nos permita reponer nuevos ejemplares e incluso vender algún cachorro si nos interesa y su calidad lo permite.
Quiero desde aquí hacer un llamamiento a todos los propietarios de rehalas para que el cuidado y el respeto por sus perros sea el mejor posible; no son admisibles comportamientos tan crueles y desmedidos como en ocasiones se producen. Tanto un cachorro que todavía no caza como aquel animal que bien sea por edad o por problemas físicos no rinde lo suficiente, merece un respeto mínimo y si no hay otra alternativa, al menos una muerte digna. Evitemos espectáculos tan bochornosos como en ocasiones aparecen en los medios de comunicación o presenciamos en el campo (abandonos, ahorcamientos, trato inhumano, etc.) y que insisto nuevamente, tanto daño hacen al entorno cinegético y deben ser perseguidos y erradicados.
Los cuidados sanitarios de los perros de una rehala deben ir especialmente encaminados hacia la prevención, pues una vez aparecido el problema, es mucho más caro y complejo solucionarlo, al tratarse de tan elevado número de animales. Hasta cierto punto se trataría más de hacer una “patología de colectividades”, prestando menor importancia a los problemas individuales; por ello las vacunaciones, desparasitaciones, tanto internas como externas y otros tratamientos preventivos deberían realizarse con regularidad. Por poner algunos ejemplos es mucho más fácil prevenir el moquillo o la parvovirosis con una correcta vacunación, tanto en cachorros como en adultos, que intentar curar un perro que ya lo haya contraído, debido al elevado coste que esto último tiene; de igual forma es más importante eliminar las garrapatas con regularidad, que tener que tratar los casos de enfermedades transmitidas por estas, como la erhlichiosis o piroplasmosis.
De igual forma es imprescindible evitar accidentes como las peleas entre perros, tan frecuentes en las rehalas, y que causan graves lesiones e incluso muertes. Las jaulas mal diseñadas, que permiten que los perros se escapen o se lesionen, deben ser revisadas. También debería mantenerse a los cachorros aislados de los adultos, para evitar enfermedades y agresiones, y así un sinfín de detalles que pueden evitar accidentes y facilitar el manejo de los perros, mejorando su calidad de vida. La observación atenta de la conducta de los perros día a día, nos indicará dónde puede estar el peligro, que deberemos subsanar a tiempo. Insistimos en que en muchas ocasiones, el cuidado de los animales depende mucho más del interés y de la atención de sus cuidadores, que del desembolso económico que pueda hacerse.
(Texto: Manuel Lázaro/ Clínica Veterinaria Mirasierra. Fotos: Shutterstock y Alberto Aníbal-Álvarez).
Una pasión desmedida
El factor económico será limitante a la hora de tomar decisiones, pues es importante resaltar que los propietarios de rehalas lo son en su gran mayoría, por auténtica afición y pasión por la caza. ¡Nunca puede plantearse una rehala como un negocio! Es cierto que en muchos casos la rehala es alquilada, cobrando por cada día que caza, pero esto sólo permite cubrir los enormes gastos de su mantenimiento en el mejor de los casos. Pensemos en el coste de los vehículos para transportar a los perros, el desorbitado precio de los combustibles y la cantidad de kilómetros que se hacen al desplazarse por todos los rincones de España, las instalaciones y la alimentación de semejante número de animales durante todo el año, los gastos en seguros, permisos, veterinario, etc. por no mencionar gastos de personal, que no suelen existir, ya que muchos perreros dedican gran parte de su tiempo libre al cuidado de los animales.Los perreros de verdad dedican gran parte de su tiempo libre al cuidado de los animales los 365 días del año, no sólo durante las jornadas de caza; pues disponer de una persona a sueldo que cuide, limpie y alimente a los perros es un lujo que muy pocos pueden permitirse. Realizar una buena cría y selección de ejemplares es una tarea que precisa de tiempo y de conocimiento de los animales; los perros jóvenes deben campearse un periodo suficiente, antes de poder juzgar su valía en la caza; el aprendizaje de los animales, hasta ser excelentes perros de rehala, se produce con el paso de varias temporadas de caza, las prisas no conducen a nada. El esfuerzo para disponer de las mejores instalaciones posibles, la comida más adecuada y los cuidados sanitarios mínimos, obliga a grandes dotes de imaginación pero, con buena voluntad, casi todo puede hacerse. La atención que reciben los perros depende muchas veces más del interés e incluso por qué no, del cariño que le ponga el propietario, que de los medios económicos.
Planificar la cría
Una costumbre muy extendida entre las rehalas es desechar las hembras en una gran medida, debido a los problemas cada vez que una perra sale en celo al no poder salir a cazar o no poder convivir con los machos. Sin lugar a dudas las hembras plantean estos inconvenientes y obligan a un mayor control de los animales para evitar camadas indeseadas (uno de los grandes problemas de las rehalas), pero con unas determinadas medidas el problema puede ser perfectamente controlado. Las perras, además de permitirnos reponer ejemplares en la rehala, tienen en mi opinión otras grandes ventajas como es el mejor manejo (son más dóciles), pelearse mucho menos que los machos (otro problema grave en colectividades), ser más precoces para la caza, etc.El celo puede ser inhibido regularmente con la inyección de medicamentos indicados para ello, pero también tenemos una mejor solución como es la cirugía, esterilizando todas las perras salvo aquellas con las que deseemos criar. Planeándolo con antelación, existen campañas de esterilización con precios reducidos e incluso negociando con nuestro veterinario la intervención conjunta de un cierto número de hembras, el coste podrá ser más que interesante. En cualquier caso la cría debería ser estudiada minuciosamente, no permitiendo cruces aleatorios sino sólo de aquellos ejemplares que por sus características físicas o aptitudes cinegéticas nos interesen. Tener en nuestra rehala un gran número de cachorros de procedencia desconocida dice poco de nuestro cuidado y no permite realizar una buena selección de los ejemplares para la caza, además del desgaste que las múltiples camadas representan para una perra. El ideal es tener muy pocas camadas, pero atendidas de la mejor forma posible, que nos permita reponer nuevos ejemplares e incluso vender algún cachorro si nos interesa y su calidad lo permite.
Cuidado y respeto
En cuanto al alojamiento de los perros, ya hemos hablado en otros artículos de la revista, de donde podremos sacar algunas ideas. La alimentación es el factor más importante y en donde podremos tener más variación, según nuestras posibilidades. En general y salvo los piensos para perros, ninguno de los alimentos que podamos utilizar será completo y equilibrado, por lo que deberían combinarse varios de ellos. El pan por ejemplo, suplementado con otra fuente de proteína y de grasa, como suele ser la carne o subproductos del pollo, pueden mantener de forma aceptable a los perros, siempre que sus necesidades no sean muy elevadas. Existen otras posibilidades que pueden ser combinadas en función de la disponibilidad de alimentos que tengamos en nuestra zona. Los alimentos secos o piensos para perros son sin lugar a dudas la mejor alternativa si nuestra economía nos lo permite; en cualquier caso deberían suministrarse de forma rutinaria al menos a todos los cachorros y perros jóvenes en pleno desarrollo, así como a hembras gestantes, animales heridos o enfermos. La negociación con las fábricas de piensos de forma colectiva y realizando un cierto desembolso inicial para adquirir grandes cantidades, permite en ocasiones obtener productos relativamente buenos a precios muy razonables.Quiero desde aquí hacer un llamamiento a todos los propietarios de rehalas para que el cuidado y el respeto por sus perros sea el mejor posible; no son admisibles comportamientos tan crueles y desmedidos como en ocasiones se producen. Tanto un cachorro que todavía no caza como aquel animal que bien sea por edad o por problemas físicos no rinde lo suficiente, merece un respeto mínimo y si no hay otra alternativa, al menos una muerte digna. Evitemos espectáculos tan bochornosos como en ocasiones aparecen en los medios de comunicación o presenciamos en el campo (abandonos, ahorcamientos, trato inhumano, etc.) y que insisto nuevamente, tanto daño hacen al entorno cinegético y deben ser perseguidos y erradicados.
Los cuidados sanitarios de los perros de una rehala deben ir especialmente encaminados hacia la prevención, pues una vez aparecido el problema, es mucho más caro y complejo solucionarlo, al tratarse de tan elevado número de animales. Hasta cierto punto se trataría más de hacer una “patología de colectividades”, prestando menor importancia a los problemas individuales; por ello las vacunaciones, desparasitaciones, tanto internas como externas y otros tratamientos preventivos deberían realizarse con regularidad. Por poner algunos ejemplos es mucho más fácil prevenir el moquillo o la parvovirosis con una correcta vacunación, tanto en cachorros como en adultos, que intentar curar un perro que ya lo haya contraído, debido al elevado coste que esto último tiene; de igual forma es más importante eliminar las garrapatas con regularidad, que tener que tratar los casos de enfermedades transmitidas por estas, como la erhlichiosis o piroplasmosis.
De igual forma es imprescindible evitar accidentes como las peleas entre perros, tan frecuentes en las rehalas, y que causan graves lesiones e incluso muertes. Las jaulas mal diseñadas, que permiten que los perros se escapen o se lesionen, deben ser revisadas. También debería mantenerse a los cachorros aislados de los adultos, para evitar enfermedades y agresiones, y así un sinfín de detalles que pueden evitar accidentes y facilitar el manejo de los perros, mejorando su calidad de vida. La observación atenta de la conducta de los perros día a día, nos indicará dónde puede estar el peligro, que deberemos subsanar a tiempo. Insistimos en que en muchas ocasiones, el cuidado de los animales depende mucho más del interés y de la atención de sus cuidadores, que del desembolso económico que pueda hacerse.
(Texto: Manuel Lázaro/ Clínica Veterinaria Mirasierra. Fotos: Shutterstock y Alberto Aníbal-Álvarez).
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